miércoles, 30 de mayo de 2012

HUELLAS EN LA ARENA

Edilberto Marañón estaba de vacaciones en la playa. Aquella mañana, a Edilberto se le antojó correr un rato; así que se puso ropa de deporte y salió a la playa. Había amanecido, pero aún quedaba algo del frescor nocturno. Empezó a trotar lentamente, y unos minutos después vio las huellas, marcadas en la franja húmeda de la marea. 
Edilberto nunca había sido especialmente perspicaz, pero algo en su interior le obligó a detenerse y observar con atención aquellas pisadas. Había demasiada distancia desde el comienzo de las huellas hasta la línea que en aquel momento acariciaban unas casi inexistentes olas. Y lo mismo ocurría con el final de las huellas,acababan a demasiada distancia del limite superior que marcaba la línea de la marea. 
Ningún ser humano, que Edilberto conociera, podría haber saltado tan lejos sin dejar sobre la arena la huella de un cuerpo rodando. Se le aceleró el pulso, evaluando diferentes posibilidades. De entre las palmeras salió un payaso que calzaba unos zancos, le saludó mientras el payaso le ofrecía una invitación, y lo vio alejarse. Miró las huellas que dejaba, eran idénticas a las que habían llamado su atención. Suspiró, entre aliviado y divertido, y apretando con fuerza la invitación en su mano izquierda, siguió trotando. 

viernes, 25 de mayo de 2012

HAIKU 2


Eres la pera
limonera, blanca
pero sabrosa

HAIKU 1


nube en el valle.
Perlas de escarcha brillan
sobre tu pelo

INSPIRADO EN "LA CENA JOCOSA" DE BALTASAR DE ALCÁZAR


de exótico buey de kobe
un chuleton, mesonero,
me habrás de servir primero,
porque mi cuerpo se adobe.
De patatas, dos fascales
le harán de mullido lecho,
pues sin estos principales
no quedaré satisfecho.

viernes, 11 de mayo de 2012

TANTRIKA


Invado tus adentros con mi vara.
Recorro, una vez mas, el tierno túnel
en cuyo fondo me haces hombre,
vez tras vez.

Embriaguez de jadeos y sudores compartidos,
nuestros cuerpos se entreveran,
y ya no somos más uno y uno, ni siquiera dos.

Solo somos uno, un cuerpo, un placer,
un ansia inextinguible, un vértigo divino
que se transmuta en pura luz.

Y, hechos ya dulce ceniza,
abandonamos nuestros cuerpos
en un eterno momento de carne satisfecha

miércoles, 9 de mayo de 2012

CONCATENACIÓN


Percibía el cálido zumbido de los hipocampos color limón que, embriagados con los efluvios de ipecacuana, silueteaban de líneas púrpura las musgosas flores de corazón de carnero.
Algo más allá, un chimpancé, ataviado con zahones de guisante, discurseaba asegurando saber el arcano significado del manuscrito Voynich.
Y entonces llegaste tú, festoneada de amores y arreboles. Te postraste a mis pies mientras destilabas rumores de ámbar gris de los capullos en flor de tus pechos, y me ofrendaste tu odio eterno a los roedores y a los perisodáctilos equinos.
Tomé entre mis pedipalpos una alcuza llena de agujeros negros, y troncé tu crisma, dejando fluir el melancólico arquetipo que te colmaba de marsopas.
--María, ojo, el de la 338, hoy está muy revuelto.
--Pobrecito, bastante tiene, con 16 años y en coma irreversible...Espero que al menos sueñe, y sean sueños felices.

domingo, 6 de mayo de 2012

ÁNGEL FIERAMENTE HUMANO



El fracaso le cubría como una segunda piel. Incapaz de responder a preguntas sobre su pasado, se movía por la vida guiado, unicamente, por su instinto de supervivencia. El vacío vertiginoso de su existencia le era ajeno.
Cada mañana, tras el parco desayuno, salía del Refugio de Indigentes y encaminaba sus lentos y vacilantes pasos hacia el Parque Grande. Revisaba las cabinas de teléfono que encontraba a su paso, y de vez en cuando, encontraba alguna moneda, que guardaba con infinito cuidado en algún bolsillo del informe capote con que se cubría aquel invierno.


Otra de las rutinas durante su larga marcha hacia el parque, era inspeccionar cada papelera, recogiendo y guardando cualquier resto de comida que encontraba, para, una vez llegado al parque, sentarse, siempre en el mismo banco, y ofrecerlo a las palomas.
Quizá os preguntéis cómo se tanto de él. Sencillo, soy su ángel de la guarda.

LIBRE, LIBRE QUIERO SER...



Una vez más, su vida estaba rota. Para ella, él no había sido sino un visitante, un rostro amigable, sin otra función que permitirle a ella experimentar con su libertad. Y ahora, ella se había cansado, y le había cerrado su puerta y su corazón, con cerrojo y todo.


Cómo dolía, a pesar de no ser la primera vez, ser despreciado, rechazado, sentirse dañino, malsano, como el moco que nos sube a la garganta tras un ataque de tos, y que todos intentamos, con rapidez y discreción, expulsar lo antes posible de nosotros.


Ahora venía lo más difícil, recoger los pedazos de su corazón y reconstruirlo, y empezar de nuevo la búsqueda del Santo Grial, del ser amado por otro. De repente, sintió lástima por ella. Acaso no era ella esclava de la misma libertad que decía buscar?. Como decía su ultimo mensaje al móvil..."Libre, libre quiero ser..."

URBANITAS



Llevaban meses preparando aquella quincena de mar y playa.
Se levantaron de madrugada, cargaron el coche con todo el equipaje previsto, incluida la televisión pequeña, el equipo de música y el libro de poesías que ella, cada año, se empeñaba en llevarse y nunca terminaba de leer.


En el asiento trasero montaron los hijos y el perro; delante, conducía ella y él ocupaba , silencioso y tranquilo, el asiento del acompañante.


Salieron a la autopista y fueron pasando las horas, mientras la distancia al destino disminuía..


Hay que llenar el deposito, dijo ella- Aprovechad para ir al baño y estirar las piernas. Cinco minutos después, ella vuelve al coche, arranca y continúan viaje.


Treinta kilómetros más adelante, ella hunde el pie en el freno, y cuando el vehículo se detiene en el arcén, se vuelve hacia sus hijos, gritando:--¡ HAY QUE VOLVER A LA GASOLINERA, NOS HEMOS DEJADO A PAPA !

BUCÓLICA


Interrumpe mi descanso la poderosa sinfonía de las cigarras. A mi cuerpo le cuesta responder. Siento en el paladar el sabor acre de los excesos de la noche de fiesta.
Me pongo las gafas de sol y descorro, bruscamente, la cortina de pesado terciopelo.

En el prado vecino a la casona, un burro pasta calmosamente, mientras su miembro viril, enhiesto, se balancea arriba y abajo, al ritmo de sus quijadas.
Un poco mas allá, dos zagales miran al borrico, parapetados tras un murete de piedra.

Les veo intercambiar unas palabras rápidas y una mirada de complicidad, y, de pronto, esgrimen cada uno un tirachinas, y en una rápida andanada de dolorosa puntería, santiguan por dos veces el sexo del espantado pollino, que huye dando corcovas y rebuznando desesperadamente.

Decido saltarme la comida y me zambullo en la cama, el cuerpo me pide siesta.